La agresividad infantil se trata de una disposición dirigida a dañar, intimidar, atacar, u ofender. Implica que un niño tiene el deseo de imponer su voluntad a otro que quiere evitar dicho maltrato. La agresividad infantil es una inclinación recurrente entre infantes que buscan afirmarse sobre un bien, un material o un semejante. Los menores con dichas tendencias suelen golpear, pellizcar, morder, arañar, ridiculizar, insultar, y hostigar a sus pares.
La mayoría de estudios confirman que la agresividad infantil se caracteriza principalmente por:
a) Tener un claro carácter intencional: El niño realiza acciones orientadas a perjudicar o injuriar a su víctima. Todo acto de agresión (amenaza, humillación, menosprecio, e incluso, el acoso) responde a una disposición desadaptativa que busca infringir daño de forma deliberada.
b) Generar repercusiones negativas: La agresividad infantil no sólo afecta al menor, padres, maestros, amigos y personas allegadas experimentan gran frustración y enojo ante la rebeldía, la desobediencia, los arrebatos, y los comportamientos dañinos de los pequeños agresores.
c) Múltiples manifestaciones: Aunque los infantes normalmente hacen uso de la agresión física y de la verbal, este comportamiento se puede presentar de múltiples formas. De este modo, la agresividad psicológica y la agresividad social, también resultan conductas alarmantes, con graves consecuencias.
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