- Disciplina familiar. La familia es el primer y más importante grupo social en el que el niño se inserta y en el cual aprende las normas básicas de convivencia. Por tanto, la disciplina que apliquen los padres, juega un papel importante en la expresión de la agresividad. De hecho, se conoce que una educación poco exigente o, por el contrario, demasiado rígida u hostil, fomentan el comportamiento agresivo en el niño.
- Modelos de conducta. Otro factor importantísimo que incide en la expresión de la agresividad son los patrones de conducta que el niño recibe, sobre todo de sus padres. Es lo que se conoce como modelación y se refiere al proceso de imitación de las conductas que el pequeño ve en su entorno. De esta manera, si los padres o demás referentes sociales mantienen una conducta hostil o agresiva, el niño comprenderá que este modelo es adecuado y repetirá esos mismos patrones de respuesta negativos.
- Incongruencia educativa. Otro elemento que influye en la agresividad es la incongruencia educativa. Esa incongruencia se manifiesta cuando los padres desaprueban la actitud hostil pero la castigan con otra conducta hostil o amenazante, o cuando una misma conducta agresiva a veces es castigada y otras veces ignorada. Asimismo, el desacuerdo entre los padres en lo que respecta a las normas educativas, es otra forma de incongruencia que puede promover la agresividad infantil.
Causas internas
La agresividad no solo está provocada por factores externos, también existen causas internas, esa es la razón por la cual algunos niños, aunque crezcan en entornos hostiles o en familias desestructuradas, no siempre responden con violencia.
- Factores orgánicos. No son pocos los casos de agresividad infantil que sientan sus bases en problemas de índole orgánica, como las alteraciones hormonales o incluso deficiencias nutricionales. También pueden estar implicados factores más complejos, como las alteraciones en algunos de los mecanismos cerebrales, sobre todo en los lóbulos frontales, que son los que regulan el comportamiento. Además, en las personas con tendencia a la agresividad, se han encontrado niveles anormalmente bajos de serotonina, un neurotransmisor implicado en el manejo de las emociones.
- Déficit de habilidades sociales. Las habilidades sociales son las que nos permiten insertarnos en la vida social desde una postura tolerante, flexible y abierta. Sin embargo, todos los niños no son capaces de desarrollar estas habilidades, lo cual puede desencadenar una tendencia a responder de manera agresiva. De hecho, se ha apreciado que la ausencia de estrategias sociales para enfrentar la frustración o el estrés a menudo es una causa de agresión y hostilidad.
Recuperado de: https://www.etapainfantil.com/agresividad-infantil
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