ESTRATEGIAS PARA MANEJAR LA AGRESIVIDAD EN LOS NIÑOS PEQUEÑOS

 ¿Entonces qué deben hacer los padres para moderar y canalizar la agresividad de su hijo sin eliminarla al ser demasiado severos? Mientras no hay una receta exacta, las siguientes son 12 sugerencias que pueden ayudarle a proporcionar a su hijo la orientación que necesita.

  1. Los límites son parte del cariño. Tenga presente que el hecho de que su hijo se sienta amado y cuidado con afecto sienta las bases para su aceptación de la orientación que usted le dará a medida que vaya creciendo. Los niños que se sienten amados quieren agradar a sus padres la mayor parte del tiempo y responderán a la orientación de éstos. El poner restricciones razonables al comportamiento de su hijo es parte de amarlo, así como alimentarlo, consolarlo y jugar con él respondiendo a sus deseos.
  2. Trate de determinar lo que desencadenó el comportamiento agresivo de su hijo. Pregúntese qué pudo haber pasado para eso: su comportamiento o el de otra persona, o alguna otra cosa en la situación; tal vez él esté muy cansado o no se sienta bien físicamente. El hecho de que lo hayan apurado, tratado de manera abrupta, negado algo que quería o aun no poder hacer algo que ha tratado de hacer con un juguete o actividad física con frecuencia produce sentimientos de frustración y enojo que dan lugar a un comportamiento agresivo.
  3. Use lo que usted sabe. Utilice lo que usted conoce sobre el temperamento de su hijo, sus ritmos, preferencias y sensibilidades. Por ejemplo, si usted sabe que él está irritable o malhumorado durante la primera hora del día o sin ánimo cuando está cansado o con hambre, usted no va a escoger ese momento para pedirle mucho en cuanto a control.
  4. Sea claro. Dígale a su hijo lo que usted quiere haga o no haga en una situación específica (pero trate de no darle un sermón largo). Su hijo sabrá de su desagrado por el tono de voz y por la manera como le hable. Es importante que usted trate de ser claro sobre su desaprobación. No obstante, los sermones largos y las predicciones graves por lo general son contraproducentes. Decirle a una niña de tres años que no puede mirar televisión por dos semanas si le golpea a su hermanito pequeño puede alterarla, pero es poco probable que le ayude a entender y desarrollar sus propios controles. Un mejor motivo es que usted no quiere que le golpee porque eso duele. El que a usted no le gustó el comportamiento de ella es su mensaje más eficaz. A cualquier niña pequeña que se ha ganado la desaprobación de uno de los padres le ayuda si se le recuerda que ella es amada aun cuando a usted no le gusta el comportamiento.
  5. Sea un observador cuidadoso. Cuando su niño pequeño está jugando con otros niños, mantenga un ojo sobre la situación pero trate de no estar encima. Lo que comienza como una riña en broma, correr y perseguir o compartir juguetes puede convertirse rápidamente en una batalla entre niños y pueden necesitar un árbitro. Sin embargo, hay ocasiones en que usted puede dejar que los niños pequeños solucionen las cosas entre ellos. Naturalmente, lo que marca una diferencia es la edad.
  6. Use el reencauce. Cuando su hijo está siendo agresivo de maneras que a usted no le gusta, frene el comportamiento y dele otra cosa que hacer. Usted puede sugerir y ayudar a iniciar una nueva actividad o tal vez puede guiarle a un lugar donde puede descargar los sentimientos agresivos sin hacerse daño ni hacerle daño a otros, los juguetes o al animalito de la familia. Por ejemplo, se puede utilizar una esquina donde haya algo donde se puede dar puños , golpear o arrojar. Usted puede decir algo como: “Si tienes ganas de golpear, ve y golpea tu almohada (o saco de boxeo), pero no le puedes golpear al perro (o golpear la mesa con un martillo).” Una oportunidad así no solamente le ayuda al niño a descargar algunos sentimientos agresivos sino también le ayuda entender que puede haber un momento y un lugar para esas acciones.
  7. Sea un entrenador. Cuando el tiempo lo permita, demuéstrele cómo manejar una situación en la cual hay conflicto entre niños. Por ejemplo, si su hijo es lo suficientemente mayor, le puede enseñar algunas palabras para usar a fin de evitar un conflicto o solucionarlo. A un niño de dos años le puede ayudar sujetar un juguete y decir “no” o “mío” en lugar de siempre empujar o llorar cuando otro niño trata de quitarle un juguete. Los niños necesitan sugerencias y demostraciones específicas de los adultos a fin de aprender que maneras eficaces de manejar los desacuerdos que son más aceptables que los ataques físicos y las represalias.
  8. Utilice el lenguaje. Si su hijo tiene aptitudes de lenguaje, ayúdele a explicar por qué está enojado. Si usted lo puede adivinar y él no puede decirlo, hágalo por él, como: “Creo que estás enojado porque no puedes ir a jugar con José . Sé cómo te sientes, pero es muy tarde para ir hoy” (o cualquiera sea el motivo).

  9. Evite dar azotes o golpes. Piense en las desventajas muy reales del castigo corporal para su hijo. Con frecuencia, los niños provocan enojo en los adultos cuando provocan, fastidian, son tercos o atacan a otros. Si usted acostumbra a golpear o castigar físicamente a su hijo de alguna otra manera por dicho comportamiento, es necesario que usted piense con mucho cuidado sobre lo que el niño está aprendiendo de eso.
  10. Sea paciente; aprender lleva tiempo. El que su hijo aprenda a amar y vivir en razonable armonía con otros tiene lugar solamente en forma gradual y durante muchos años. Para ustedes los padres siempre habrá altibajos, períodos en los que usted puede llegar a desesperarse de “civilizar” a su hijo o en los que usted se preocupará de que él sea demasiado tímido para los rigores del mundo.




















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